Cuando decimos que la Fórmula Uno es un deporte en el que muchas veces prima la estrategia, carreras como la de ayer nos dan toda la razón. Al final este mundial no se decidió ni por un adelantamiento, ni por un error de pilotaje, ni por una avería mecánica…no, este título quedará marcado en gran parte por como una mala gestión desde el muro puede arruinar la carrera de un piloto.
Con los pilotos aterrizando en el circuito el miércoles, la duda que había en el paddock era cómo el equipo Red Bull afrontaría el fin de semana con las ordenes de equipo flotando en el ambiente. Todo el mundo daba por hecho que el RB6 sería el coche más rápido sobre el asfalto del Yas Marina Circuit. Y así fue, pero lo que nadie esperaba es que uno de sus pilotos se viese tan apurado como para no ser capaz de meter su coche en las dos primeras líneas de la parrilla.
Recordemos que se llegó al último Gran Premio con Fernando Alonso al frente de la clasificación separado de Mark Webber en ocho puntos. A quince puntos se encontraba Sebastian Vettel y por último, Lewis Hamilton con veinticuatro puntos que restar al asturiano si quería ser campeón. Estos eran los cuatro aspirantes al título en la cita definitiva del mundial.
Si había un piloto con la tensión palpable en su rostro, ese era Mark Webber. A sabiendas de que es un veterano y podía ser su gran y única oportunidad de ganar un mundial, el nerviosismo no nos dejó ver la mejor versión de este piloto, que en ocasiones ha estado esta temporada a un nivel excepcional. Todavía guardo en mi mente el G.P. de Mónaco.
Tras unas sesiones libres con Red Bull y Mclaren como los grandes dominadores y el enigma del rendimiento del Ferrari, comenzó la sesión clasificatoria mientras caía la noche sobre el circuito. Y puede que esa disminución de temperatura en la pista diese alas a los bólidos rojos, que se mostraron mucho más competitivos desde ese momento. Y con las opciones de Alonso para llevarse la pole subiéndo como la espuma, a Mark Webber se le vio con dificultades en todo momento.
Los datos obtenidos del viernes reflejaban dos cosas: la degradación del compuesto blando era brutal, y no había grandes diferencias en el tiempo por vuelta entre los dos compuestos. De ahí que incluso algún piloto pensara en dar su vuelta rápida con el compuesto duro, detalle que podría beneficiarle el domingo. Al final los diez coches presentes en la Q3 montaron el compuesto blando y todos optaron por dar dos vueltas lanzadas a excepción del equipo Red Bull, que mantuvo en pista a sus dos coches usando sólo un juego de neumáticos.
Decisión discutible pero que a la postre les dio la pole. Dos filas, un Red Bull y un Mclaren, un Ferrari y otro Mclaren. Mark Webber a la expectativa desde la quinta posición. Una parrilla de salida con tres interrogantes: ¿superaría Hamilton a Vettel en la salida?, ¿haría lo propio Button con Alonso?, ¿cuál sería la actitud de Mark Webber, necesitado de ganar posiciones si quería optar al título?.
La amenaza de los Mclaren era más que evidente, convirtiendo el apagado del semáforo en una de sus especialidades. La salida de Jenson Button fue maravillosa, ganándole la posición al Ferrari número ocho con una facilidad pasmosa. Vettel se defendió a la perfección del ataque de Hamilton y Webber se mantuvo pegado al alerón trasero del asturiano. Basta que se diga que en un circuito la probabilidad de ver un safety car es mínima para que en la primera vuelta sea necesaria su presencia. Trompo de Michael Schumacher que no pudo evitar Vitantonio Liuzzi. Fin de temporada para un Michael Schumacher que ha tenido en el inherente subviraje de los neumáticos delanteros estrechos su mayor quebradero de cabeza.
En la reanudación, Vettel dominó la carrera con claridad y vio la bandera a cuadros convirtiéndose en el campeón más joven de la historia. A Sebastian Vettel le dedicaré el final de esta crónica y ahora trataré de explicar lo que ocurrió para que se diera esta circunstancia
Como se suele decir en el tenis, lo que más cuesta de un partido es cerrarlo. Y eso es lo que le faltaba a Alonso, cerrar el campeonato después de una gran remontada y para ello se encontraba en una buena posición, con su rival más directo justo detrás suya. Precisamente la obcecación con Mark Webber es lo que le hizo perder el mundial a la Scuderia. Mientras seguía a Alonso, Webber golpeó el guardarrail con una de sus ruedas traseras en un signo inequívoco de que rodaba cerca del límite y es que sus neumáticos traseros estaban bastantes deteriorados, como advirtió al equipo por radio. Y es en este instante, cuando llega el momento clave del mundial. Red Bull hace parar a Webber y siempre quedará la duda de a cuál de sus dos pilotos intentó beneficiar. Sea cuál fuese su intención, la jugada les salió redonda ya que el desconcierto que provocó en el equipo italiano fue tal que rápidamente copiaron la estrategia sin darse cuenta de lo que realmente estaban haciendo.
Era la vuelta quince y con Mark Webber mejorando sus tiempos con el compuesto duro, Alonso enfiló el tunel de salida del pit lane colocándose justo por delante del australiano, ralentizado por Jaime Alguersuari durante un par de giros. Según pasaban las vueltas, se pudo comprobar que la mejora de la pista respecto a días anteriores ayudó a que la degradación del compuesto blando fuese mucho menor de lo esperado y los pilotos que permanecieron en pista se vieran beneficiado de ello.
Sumergido en el tráfico y con Vettel convirtiéndose en la gran amenaza, Alonso estaba obligado a adelantar a coches que al igual que él, ya habían realizado su parada. En un circuito como el de Abu Dhabi, si quieres adelantar necesitas un coche que sea muy superior en dos aspectos: tracción y velocidad punta. Precisamente los dos puntos fuertes del Renault. El equipo francés cuenta con uno de los F-Duct más eficientes de la parrilla y por eso Vitaly Petrov sabía que salvo error suyo, Alonso no tenía nada que hacer.
Cruzó la meta en séptima posición y con la desesperación de haber rodado a menos de un segundo del Renault durante una eternidad sin la más mínima oportunidad de adelantamiento. Excelente segunda mitad de temporada en su haber, acompañada de errores muy poco frecuentes en él, pero en un campeonato tan disputado como el que hemos presenciado, tienes que buscar tus limites y la probabilidad de cometer un fallo aumenta exponencialmente.
Y como dije anteriormente, quería terminar esta última crónica con la figura de Sebastian Vettel. Talento puro moldeado en la escuela de pilotos de Red Bull. Soy fan declarado de la escudería Red Bull Racing, y en gran parte es por toda la dedicación que pone esta marca en el deporte del motor y las oportunidades que brinda a jovenes talentos que de otra manera les sería imposible llegar a lo más alto. Por eso, imagino que Vettel les estará eternamente agradecido al igual que Jaime Alguersuari, un piloto con un potencial muy grande.
Pero todo esto no sirve de nada si no posees ese don especial que distingue a los buenos pilotos de los campeones. Y no hay ninguna duda de que el joven alemán lo posee. Sublime en la transición acelerador-freno-acelerador y en la compensación de la carga lateral con la dirección que acompaña cualquier entrada en curva. Al nivel del rey indiscutible en este aspecto, Jenson Button. Y ese tacto innato con los pedales es lo que le convierte en el piloto más temible junto con Lewis Hamilton cuando el asfalto se vuelve deslizante.
Su tramo final de temporada ha sido espectacular demostrando que su equipo no se equivocaba al apostar por él. Dueño del cronómetro con diez poles. Ha contado con un coche superlativo, quizás el mejor de la historia a nivel aerodinámico y con una zaga digna de museo. Pero no lo considero al nivel de grandes dominadores como lo fueron el MP4-4, el F-2002 o el F-2004. La superioridad de estos con el resto era insultante. Este año hemos visto como en ocasiones la diferencia con Ferrari y Mclaren era mínima.
Y precisamente por eso, hemos disfrutado de una temporada espectacular y qué mejor broche final que un podio con los tres últimos campeones.
“Thank you boys…unbelievable”
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